EL PARADIGMA DE LA EMPRESA DEL SIGLO XXI

Los continuos cambios de tendencias empresariales que están acaeciendo durante los últimos años hacen necesario que las empresas apuesten por una reinvención continua. La crisis, la evolución de los mercados y los cambios de tendencias hacen inviable un modelo empresarial nada dinámico. Es por ello que, para sobrevivir en estos tiempos, se hace imprescindible que el patrón empresarial evolucione hacia un modelo abierto, corporativo, sostenible e innovador, capaz de adaptarse continuamente a las condiciones cambiantes y de participar activamente en los mismos procesos de cambio de tendencias.

Un proyecto empresarial abierto es sinónimo de una empresa viva, en continua reinvención, que descubre en sus mercados tradicionales nuevos nichos, pero que también es capaz de participar en mercados incipientes e incluso de descubrirlos y armarlos. Sin duda alguna, la empresa abierta despierta un interés por su dimensión global, por su capacidad de satisfacer necesidades tanto en los mercados locales como a miles de kilómetros de distancia. Esta dimensión estratégica global así como la estrategia empresarial abierta tienen que estar enmarcadas en una filosofía empresarial claramente competitiva y diferenciadora.

Como pilar fundamental de la empresa del siglo XXI, se enmarcarán las personas y la cultura empresarial. Ambas estarán basadas en la corresponsabilidad colectiva. La definición de estructuras planas, transversales y dinámicas será básica para un correcto desarrollo de la empresa del siglo XXI. En este sentido, la habilitación de mecanismos de participación tiene que ser un objetivo de la nueva empresa. Así mismo, la capacidad de compartir conocimiento reforzará e impulsará a las personas y una cultura empresarial sólida y corresponsable.

Como un actor más de la construcción del futuro, la empresa ha de implicarse en la sostenibilidad del planeta comenzando por sus recursos y su entorno. Una empresa Sostenible y Socialmente Responsable responderá y se anticipará a las expectativas, no solo de sus clientes, sino de los agentes que la rodean incluidos sus colaboradores y proveedores. En este sentido la empresa del futuro próximo deberá reinventarse y construir un modelo de empresa 2.0 que permita una comunicación e interacción interna y externa capaz de sociabilizar el proyecto empresarial y de enraizar los valores de la sostenibilidad y responsabilidad.

Las empresas tendrán que ser capaces de gestionar una reinvención permanente y para ello tendrán que apostar por una continua vigilancia “tecnológica”, capaz de identificar los movimientos sorpresivos y cambios de tendencias en el mercado, y por una estrategia de innovación continua. En este sentido, la empresa tendrá que adaptarse continuamente a las nuevas tecnologías, así como, tendrá que aprender a aprovechar los beneficios que aportan. Flexibilidad y eficiencia marcarán los pasos a seguir de las empresas, del siglo XXI, capaces de reinventarse.

Sin duda alguna hay otra serie de valores  y características que, aunque no se han mencionado, se entienden son propias, o han de serlo, de una empresa como son: respeto a la libertad, conciencia social, culto por la verdad y la transparencia, lucha contra la corrupción, defensa de las igualdades sociales, contribuidora a evitar la alienación del hombre y en particular de sus colaboradores, accesible, creativa,… Cierto es que algunas empresas del siglo XX, o todavía del XIX, ignoran muchos de estos principios, muchos de ellos recogidos en la Carta de Derechos Humanos y que merece la pena recordar para aquellos cuya memoria ha quedado anclada en la sombría y poco próspera sociedad feudal.

En el camino a recorrer, para alcanzar este modelo de empresas del siglo XXI, habrá que superar resistencias como el desconocimiento de los beneficios y posibilidades de las tecnologías informáticas por parte de la generación no nativa de internet, la presión por la productividad, el desprecio por el saber profano, jerarquías piramidales, reticencias a la difusión… Nadie ha dicho que el camino sea fácil pero, sin duda alguna, las empresas que sean capaces de interiorizar y gestionar los mecanismos necesarios para liberarse de esas resistencias, serán las que lideren el cambio de modelo productivo en búsqueda de una economía basada en el conocimiento. Esas empresas definirán y conformarán el paradigma de la empresa del siglo XXI que desde estos concisos párrafos nos aventuramos a vislumbrar.

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Este artículo forma parte de la serie publicada por el autor en el Ateneo Naider entre los años 2009 y 2010.

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